Unas horas frente a la tumba de Leo Kopp Koppel, en el cementerio Central de Bogotá, bastan para verificar el fervor que muchas personas humildes sienten por este industrial judío y Masón. Parecería una paradoja, a este hombre libre y de buenas costumbres, se le ha dado, por muchas personas, el título de santo popular, beato milagroso, siervo de Dios y santo cervecero. Incluso algunos de sus devotos han pensado en iniciar su proceso de beatificación ante el Vaticano.